No se sabe cuál de los dos enfrenta un mayor despecho tras la ruptura, si Neymar o el Barcelona. E incluso despecho extendido hacia importante sector de la fanaticada azulgrana.
Tras tres años de su abrupta salida del can Barca, luego del clásico “no se va” progatonizado por Piqué en su cuenta Twitter, Neymar no deja de extrañar la compañía de Messi y Suárez en el ataque.
Neymar extraña a la ciudad, a la gente, al equipo, a la competitividad, a las playas de verano, la rivalidad contra el Madrid y hasta las calles de la ciudad.
Neymar nunca debió irse al PSG y él lo sabe desde el primer día. De ahí sus intentos infructuosos de regresar a pesar de haber forzado la barra dos años.
En Barcelona también lo extrañan. Y a veces pareciera que lo extrañaran más que el mismo jugador a sus compañeros.
Un despecho y un amor disfuncional, que tiene en medio demandas y contrademandas, con el ingrediente rutinario de sus amigos invitándolo a que regrese.
La directiva del FC Barcelona, parte de la plantilla y parte de la fanaticada, no ha superado la idea del brasileño, y cual pareja que no termina de aceptar la realidad, se empeñan en regresar a pesar de las diferencias.
En la órbita del Barca además está Lautaro Martínez, el delantero argentino que podría ser el relevo de Luis Suárez. Pero si suman al argentino y ya tienen exceso de delanteros, ¿qué van a hacer con lo que tienen?
¿Acaso tiene sentido juntar a Messi, Suárez, Dembelé, Griezmann, Ansu Fati más Neymar y Lautaro?
La planificación no es la mejor virtud de una directiva a la que caducó su mandato antes de tiempo.